Por Jimena COLUNGA GASCÓN
Maldita sea la vida
y toda la progenie
de los pequeños azulejos,
mirándome fija y burlonamente
con su azul definitivo,
desde el frígido baño
de esta triste habitación
de hotel inclusive
tan igual a la otra,
cómplice de los más ansiosos roces,
testigo de las palabras más profundas,
madre de las más presentes imágenes,
abismo de abrazos en madrugada,
en la que ya no nos amamos más...
ni nunca...
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