jueves, 19 de abril de 2018

Azulejos

Por Jimena COLUNGA GASCÓN


Maldita sea la vida
y toda la progenie
de los pequeños azulejos,
mirándome fija y burlonamente
con su azul definitivo,

desde el frígido baño 
de esta triste habitación 
de hotel inclusive
tan igual a la otra,

cómplice de los más ansiosos roces,
testigo de las palabras más profundas,
madre de las más presentes imágenes,
abismo de abrazos en madrugada,

en la que ya no nos amamos más...

ni nunca...

domingo, 15 de abril de 2018

“Thelma” o La ilusión de nuestros poderes sobre-humanos.


Por Jimena COLUNGA GASCÓN


“A Little knowledge doesn´t make us better than others.”
- Trond, el padre de Thelma


¿Por qué necesitamos tantas películas de súper héroes y mutantes en la actualidad? Si existe la oferta es porque existe la demanda. El imaginario contemporáneo está lleno de Hombres X, de Supermanes, de Batmans, de Ligas de la Justicia y de Panteras Negras. Aunque la figura del súper ser humano está lejos de ser nueva, se explotan en este momento histórico estas fábulas de extraordinariedad en las que definitivamente proyectamos el deseo oculto (y no tan oculto) de poseer habilidades más allá de lo evidente.

 Los expertos en hacer estas películas, definitivamente son los gringos, o al menos, las que tienen mayor llegada alrededor del mundo, sin embargo, la falta de calma al respecto es de todos y Europa tiene sus propias alternativas a la carnalidad de la vida.


Proveniente de la fría Noruega, nos encontramos con la historia de Thelma (o “La Maldición de Thelma”, según nuestros “expertos” tituladores al castellano), del 2017, premio Sitges al Mejor Guión y Mejor Director. Comienza con una hija de seis años y su padre, de cacería en un gélido bosque nórdico. Al encontrar un venado perdido en la nieve y a la nena distraída, el padre ve la oportunidad de conseguir una presa, o, ¿por qué no?, apuntar con el rifle a la niña dándonos un momento de terrible suspenso al inicio. ¿Por qué un padre tendría la intención, aunque sea momentánea, de matar a su hija?

Años después, Thelma ha crecido y se encuentra en el primer año de universidad, ese que supuestamente define el momento de la ruptura hacia la vida “adulta”. Nos enteramos de que los padres de la familia son exageradamente cristianos/católicos y la chica no ha experimentado prácticamente nada en tanto se tiene que reportar diariamente por teléfono. Su joven vida sucede normalmente hasta el día que le da un extraño ataque aparentemente epiléptico. En ese momento, le da otro tipo de ataque: el de conocer a una chica de la que empieza a enamorarse pueril y estrepitosamente, como nos pasa a todos.


El conflicto es claro: romancear con una chica y empezar a conocer las mundanidades de la vida, todas de golpe, definitivamente no van con una familia ultra-religiosa, menos, cuando a partir del ataque, a Thelma parece dársele la habilidad de hacer realidad exactamente lo que quiera, desde atraer a la chica que le gusta hasta la puerta de su casa, controlar el tiempo, hacer desaparecer a las personas, etc.

Como aquí no hacemos spoilers por convicción propia, no contaremos más del curso de la historia, sin embargo, sépase que la máxima popular de “cuidado con lo que deseas porque se puede hacer realidad”, aplica en cada momento de la película.

Thelma entra en conflicto con su propia identidad, con sus deseos y pasiones, con el “deber ser”, con creer o no creer lo intangible, con la actitud sospechosa de sus padres (que obviamente saben muchas más cosas que ella) y con la terrible verdad acerca de su pasado y sus “nuevas” habilidades. Encima de todo, hay un debate filosófico acerca del conocimiento, el que como nueva estudiante de Universidad está adquiriendo, ¿saber más que otros del mundo que nos rodea nos da licencia para sentirnos superiores?


Como que hay dos tipos de cine europeo: el más comercialón que tiene texturas y colores exóticos, pero aun así de amplio alcance, y el cine europeo desaturado y verdoso que parece permanecer igual desde los días del Muro de Berlín. No obstante, su falta de efectismos, no le ha impedido adentrarse dentro de un mundo extraordinario de ficción en el que los mutantes también existen.

Honestamente, es una película larga (de casi dos horas) en la que aparentemente no sucede nada por lo menos en la primera mitad, sin embargo, después de que nuestra anti-heroína comienza a tener conflictos sobrenaturales visibles, todo cae como cascada de agua, y es que hacer desaparecer a su amada suponiendo que eso es lo que necesita para liberarse de sus “problemas”, no es cualquier cosa.

La metáfora va en varios niveles: ¿qué haría uno si tuviera el súper poder de hacer realidad exactamente lo que queramos?, pensémoslo por un momento; ¿lo que queremos es realmente lo que queremos?, porque bien puede ser un berrinche y como tal, podría tener consecuencias mucho peores; ¿hacer desaparecer a las personas hace que los horrores de nuestras vidas se disuelvan o los seguimos cargando en las espaldas?; y el más importante de todos, ¿aceptar quién soy en realidad o seguir haciéndome wey por la vida?


Todos los textos de metafísica (y de autoayuda, claro), aseguran que todos tenemos el poder de hacer realidad exactamente lo que queramos, a través de ardides como la programación neurolingüística, pedírselo al universo, decretarlo, trabajar por ello, etc., y, no obstante, pocos son quienes verdaderamente lo consiguen. Este tipo de metáforas en un cine realista como el europeo, nos hace sentir mucho más de cerca la posibilidad, sin tantas explosiones y cuerpos torneados.

Es curiosa la similitud con la francesa y muy exitosa “Raw”, o “Feroz”, en la que una chica en primer año de universidad descubre que por su árbol genealógico corre la maldición del canibalismo bestial, acudiendo, nuevamente, a la metáfora del “quién soy realmente”. Narrativa y visualmente comparten muchos elementos en común, tal vez, ojalá, estemos frente a un nuevo movimiento de historias europeas de realismo mágico.


A decir verdad, el nombre de Joachim Trier, el director de Thelma, no revela mucho, por lo menos a quien escribe esta reseña, sin embargo, las arcas del internet dicen que su opera prima “Reprise”, lo colocó en el Top Ten de “Directores que Ver” de Variety, en 2007. Finalmente, Noruega queda muy lejos, pues.

¿A quién no le ha pasado querer mucho que programen cierta canción en la radio y de repente, comience a sonar?, ¿cuántas veces nos hemos encontrado inesperadamente en la calle con personas en las que habíamos estado pensando fuertemente?, ¿quién no ha experimentado el error en la Matrix conocido como déjà vu? Thelma es ese tipo de películas que deja al espectador con más preguntas que respuestas porque es imposible no pensar en uno mismo y en el “qué haría si fuera yo”, o, ¿acaso no todos quisiéramos ser súper-héroes?