Este texto fue hecho para la presentación de la novela "Entre Muros", de Yanín Cortés, a la que fui amable y cariñosamente invitada. Leído por mi propia voz en el Auditorio de la Biblioteca Magna, el viernes 20 de Septiembre de 2013. La invitación final es: a leer.
Creo que la soledad más grande viene de
la indefensión absoluta ante fenómenos difícilmente comprensibles y lejos de
nuestro control. Debería ser derecho de todo ser humano el sentirse
relativamente en control de su entorno más inmediato, de los elementos más
próximos alrededor. La soledad es un sentimiento tan íntimo y tan relativo que a
priori parece imposible de
compartir con otros en la misma medida o en la justa proporción. Cada que viene
la soledad a nosotros, somos los más solos del mundo, nuestra soledad es la más
grande de todas.
En teoría, la Constitución Política,
las normas y códigos, la legislación en general, están diseñados para favorecer
un pacto entre los integrantes de un colectivo y perseguir fines comunes en
beneficio de todos y de ahí, alcanzar el tan deseable Estado de Derecho en el
que lo que se escribe se hace y viceversa. El problema está en el término
“pacto”. El pacto de inicio asume la voluntad de ambas partes de cumplir la
palabra, a pesar de cualquier incidencia o suceso. De repente parecen tan
lejanos esos tiempos en que se hacían acuerdos de palabra, de honor, entre
hombres, justos y honrados y la palabra era lo único de valor que cada quien
poseía para intercambiar. Parecen tan lejanos y se extrañan, si la palabra
volviera a tener ese tan altísimo valor, los pactos se conservarían… como no es
así, toda la legislación es nimia, en tanto no existe la voluntad del pacto
para llevarlas a cabo, se está a un ¨sí¨o a un ¨no¨ de seguir la norma porque
¨¿quién me va a obligar?”, si no lo haces se te castiga, ¨¿y quién me va a
castigar?¨, la autoridad, ¨eso, sólo si me alcanza¨.
La autoridad de un padre con un niño
pequeño es tan corta como cuando el niño decide que simplemente no va a ir a
misa el domingo. El niño descubrirá entonces el intenso poder de un ¨Ene-O¨
mirando justo en los ojos a su padre o su madre y el padre o madre en cuestión
descubrirá con profunda tristeza que después del ¨Ene-O¨, lo único que sigue es
la fuerza, los arrastrones, la violencia, los golpes. El control regresa (en
apariencia) al padre o madre con el corazón destrozado, pero con la situación
asegurada y el niño en misa. La inmensidad de la violencia despoja al individuo
del poder, el más importante, sobre sí mismo. Un niño golpeado por un adulto
simplemente no puede estar en igualdad de condiciones, entonces, perdiendo así
las riendas de su entorno, se va quedando solo. Podría contar con los dedos de
mi mano los presentes en esta sala a los que sus padres no les pegaron nunca, a
los que sí, o sea, todos nosotros… no es que hayamos salido tan mal, ¿no? Tal
vez simplemente estemos un poco más solos de lo normal.
A partir de estos planteamientos, México
debe estar habitado por una gran cantidad de gente sola, no sólo vivimos
violentamente (unos más, unos menos) en nuestras casas, también nos golpean las
escuelas, las instituciones, el gobierno a todos sus niveles, la economía, la
ignorancia, las autoridades, y estos mismos, a su vez, también son violentados
de muchas maneras a muchos niveles, a pesar de la Constitución, a pesar del
pacto y del utópico Estado de Derecho. Así, vivimos permanentemente en la
injusticia, pariente tan cercano de la soledad y el abandono. En este contexto
se desarrollan los personajes de “Entre Muros”, el aparente y misterioso
asesinato de un empresario reconocido da pie a la “búsqueda implacable” de
justicia; investigaciones llenas de subjetividades señalan a la hija del muerto,
aprehendida y sometida por los cuerpos policiales a la fuerza bruta,
mancillada, torturada y ultrajada. Una serie de complicaciones y giros en la
trama nos hablan de un impacto masivo en el trágico caso, donde la chica
desaparecida llama la atención de movimientos en pro de la paz, el orden, la
justicia y los Derechos Humanos articulados con medios de comunicación
nacionales e internacionales, evidenciando la escasa humanidad que los procesos
judiciales contemplan en este país. Afectos personales y familiares motivan
ampliamente el caso del que sabemos desde un inicio, la acusada y ahora
víctima, es inocente.
Estamos ante una obra hecha de
personajes en soledad. Tanto los buenos como los malos tienen razones paridas
por la violencia para actuar como lo hacen. Algunos deciden reproducir el
patrón de conducta en otros, como si la venganza fuera universal, como si el
mundo entero les debiera algo, mientras otros deciden compensar esta melancolía
en forma de bondad y humanidad. Cada personaje tiene su razón de ser como es en
esta novela, lo interesante, es que el sentido de justicia se encuentra impreso
en todas partes y no exime a ninguno de su responsabilidad en la trama. No
están descritos todos y cada uno de ellos desde el principio, hay quienes actúan
durante toda la obra de forma implícita y también existen los que simplemente
tienen más información que el resto, incluso que nosotros mismos, los lectores.
Prácticamente hasta el final siguen apareciendo participantes en la historia
que nos permiten sospechar e intuir: como es la vida misma, no somos
protagonistas exclusivos de nuestra realidad.
Por momentos, parece la lectura
ampliada de una declaratoria de algún caso en la Procuraduría. Las voces de los
personajes se transforman gradualmente de netamente emocionales a inferir un
proceso más fuerte a un nivel social. Durante la investigación policiaca, Yanin
nos hace creer que todo está a punto de resolverse sólo para revelarnos otro
giro en espiral descendente, cuando pensamos que no podría ser peor, simplemente
lo es. Me remite frecuentemente a “El Garabato”, de Vicente Leñero, donde todo
parece algo distinto a lo que es. Hay un ritmo interesante en toda la novela,
progresando desde capítulos exclusivamente introspectivos, íntimos de los
personajes, hasta escenas altamente pobladas, donde toda una comunidad está
involucrada.
Me parece que además de este uso del
lenguaje legal, posee gran parte de un lenguaje más propio de un guión
cinematográfico, describiendo acciones e imágenes con suficiente claridad como
para hacer un guión técnico. Si bien el tono general tiene que ver con
mundanidad, urbanidad, sordidez, comprende también metáforas de imágenes y
saltos de tiempo oníricos que ayudan a identificarse más con los personajes. Se
evidencia en varias partes de la novela, sin embargo, quisiera dar lectura al
capítulo número siete, con el que me quedé prendada desde un principio:
VII
Isis, bajo el influjo de la expresión
abstracta, divagando entre Mahoning y el río Elba cerca de Dresde, el drama expresionista de Kokoschka, el asesino,
es la esperanza para esta mujer, y para su cuento de hadas, Los jóvenes
soñadores. Hoy estos cuadros
cobran vida en su cabeza. Isis no hacía más que ver a través de un lienzo
blanco, con pinceladas negras, un rectángulo, como la ventana metálica de la
mazmorra. Su visión nublada no hacía más que confundirla. El comandante
inclemente melló su intimidad. Sus ojos marcados miran ahora el mismo mundo con
otro enfoque, una nueva mirada inunda sus sentidos, la resistencia al cambio, lo
desconocido hasta el momento que intercambió miradas con el miedo, con el
dolor, la incertidumbre. La crueldad con la que el encapuchado le propinaba los
golpes amplió el panorama de Isis respecto a la conducta humana. No es lo mismo
escuchar que suceda, a vivirlo en carne propia, jamás alcanzarás el mismo punto
de referencia. Y cuando uno experimenta situaciones extremas, cuerpo y mente
sufren cambios que marcan la actitud de uno a diversos grados.
A seis mil kilómetros de profundidad
hace frío y para no flotar la mayoría de los seres invertebrados del fondo del
mar son gelatinosos. Existe una especie llamada Bulbu, su cuerpo semeja una mantarraya que se desplaza
lentamente ondeándose. La vida en el abismo transcurre como en cámara lenta; el
alimento es casi inexistente. La fuerza de gravedad lleva a los cuerpos
inertes, expirados ya de su empaque a descansar sobre el verdadero fondo del
mar, aquel al que un humano al llegar se le recibe como intruso. Se le trata
como alimento. En el fono del mar habita un ecosistema asombroso, la vida bulle
y se agita. Existen hornos naturales y especies que se desarrollan sin la
necesidad de energía solar. Lo que ha puesto en tela de juicio ciertas teorías.
Las cumbres rocosas más altas no están en las alturas, sino en los océanos. De
ser así, el Everest no es la montaña más alta del mundo, sino la isla de Hawai,
en el océano, mar adentro, hacia las profundidades. Hay vestigios hoy de
lugares desérticos que por restos de fósiles y excremento de ciertas especies
de murciélago, millones de años atrás, permanecían sumergidas en lo que se
presume fue una alberca natural extensa, tal es el caso del desierto del
Sahara, visto desde el cielo, desde lo alto, las marcas rocosas son las letras
tatuadas por el tiempo; la naturaleza habla, escribe, expresa, crea. Artista y
arte a la vez. Las grandes mareas suceden cuando el sol y la luna se encuentran
sobre el mismo eje. Al colocar generadores en el mar, sería posible transformar
la energía marina en electricidad, ambas son renovables. Pero atención, si se
trastorna el ecosistema se amenaza el sitio. En los humanos sucede algo
similar: la transgresión que vivimos a diario trastorna la mente, uno llega a
creer que ha perdido el juicio; existen tantas realidades como seres vivos en
el planeta y todas son innegables aunque no todas conocidas y menos aceptadas.
Como la realidad de Isis inmersa en sus más recónditos sentimientos. Divagando
por la sedación asombrosamente analiza en estado vegetativo su condición
humana. Esto que le ha tocado vivir no se lo desea a nadie, lo piensa flotando
cual viento. Diseccionada, una parte suya se desprende de su cuerpo tumbado en
la camilla. Su déja vu le
mostró un panorama preciso del momento. De pronto, como si estuviera mirando
una maqueta, apreció el lugar donde se encuentra presa de sus miedos,
suspendida en el tiempo que aún sentía largo, lento, cada minuto significaba
horas colmadas de incertidumbre. Al mirarse tendida entre sábanas manchadas de
sangre suya. Difícil reconocerse con la cara morada, la mascarilla de oxígeno,
las sondas y las vendas. Isis volátil apreciaba la escena sintiendo una pena
profunda, su estado gaseoso no le permitía derramar lágrimas, aunque no dejó de
experimentar la tensión en su garganta.
¨Empiezo a sentirme más fuerte que el mundo
entero. ¡En el nombre de Dios, cuando un cuadro no se logra, se lanza al fuego
y se comienza otro! Así, las ideas, los pensamientos, los sentimientos. La
herencia paterna no cambia nada mi vida formada por la soledad y ascetismo. Soy
un roble. El árbol simboliza fortaleza de espíritu¨.
Su mirada inclinada hacia su cuerpo
rígido, semeja la expresión de un perro mirando a su igual. Isis la del cuerpo, abrió los ojos repentinamente;
Isis volátil la observa. La Isis rígida le responde con la mirada, también miró
otro perro. La Isis volátil a punto de desvanecerse, retomó aire cuando su
cuerpo inerte cerró los ojos de nueva cuenta. Entonces aprovechó para pasearse
por las instalaciones. Lo que su mirada registró en segundos aprovechados como
horas, le bastó para discernir las palabras del encapuchado. Un intenso dolor
invadió su pecho, la garganta obstruida por el razonamiento de la pérdida de su
padre. Volátil miró su cuerpo que escurría lágrimas saladas resbalando por sus
heridas abiertas. Sintió desgarrarse por dentro, igual a cada puñalada que su
progenitor recibió. ¨Pero, ¿quién, cuándo, en qué momento, por qué a mi padre?
Empiezo a sentirme la más sola en el mundo entero. ¡En el nombre de Dios! ¿Cómo
hago para soportar el vacío? ¿Cómo hago para soportar el vacío? ¿Con quién
desquito la ira que inyectaron en mi alma? ¿Cuándo dejé de ser humana? ¿Quién
soy? ¿O debería cuestionarme qué soy en estos momentos, alma o cuerpo o
ninguno? ¿A dónde se fue mi espíritu?”
Conozco a Yanin Lizette Cortés Curiel
de toda mi vida. Somos familia. De hecho, es mucho más mi familia que muchos
otros miembros de mi familia. La tengo presente desde que tengo uso de razón y
por algo, vaya usted a saber qué, siempre me gustó mucho. Siempre sentí mucha
afinidad con esa prima mía. Ella no lo sabe y lo digo hoy porque nadie se va a
enterar, pero hay muchos pequeños elementos de mi vida que han sido
incorporados por ella. Aún estando lejos, aún estando más cerca, aún estando
sin comunicación alguna, siempre ha estado ahí. Por lo tanto, todo lo que he
dicho y diga de aquí en adelante, está completamente segmentado y es
terriblemente tendencioso.
Siendo así, alcanzo a reconocer muchos
elementos de historia familiar incorporados en esta obra, lo que la convierte
en algo muy personal. Tiene todos los elementos que siempre he asociado con
ella: los medios de comunicación, el derecho, la preocupación por el entorno
social, los personajes femeninos, entre otros y no me sorprende el género que
eligió para hacer de esta su Ópera Prima.
Personalmente, considero a Yanin un
ejemplo de transformación y de superación… por tantas cosas…
Invítolos a darse la oportunidad de
conocer el trabajo de esta joven autor. Hablar de crímenes, violencia,
corrupción, abuso de poder y de autoridad, pareciera ser ahora el pan nuestro
de cada día, pero creo que interesa compartir los distintos puntos de vista y
distintos enfoques al respecto, las variables, los momentos, las anécdotas, tal
vez así, logremos menguar esta amplia soledad y acercarnos más uno con otro.